Después de años de violencia, atentados y cobardes ataques a trabajadores inocentes, cayó Federico Gerónimo Astete Catrileo, el cabecilla de la organización terrorista Resistencia Mapuche Lavkenche (RML). Este criminal, protegido durante años por la complicidad ideológica de sectores de izquierda, fue capturado gracias a un paciente trabajo de inteligencia de la Policía de Investigaciones (PDI).
Conocido como “Kiko” o “el Flaco”, Astete operaba en la más absoluta clandestinidad desde 2017, dirigiendo una verdadera guerrilla rural desde los cerros de Cañete. Bajo su mando, la RML organizó atentados incendiarios, destrucción de patrimonio cultural, y ataques armados que dejaron trabajadores heridos y aterrorizados en el sur de Chile.
El fin de un prófugo violento
Tras casi siete años de burlar a la justicia —gracias a la pasividad del Estado frente al terrorismo mapuche— Astete fue arrestado la noche del jueves en su casa ubicada en el sector Pocuno de Cañete, un punto estratégico que había usado innumerables veces para escapar.
Durante el operativo, los detectives de la Brigada Antisecuestros de la PDI actuaron con sigilo, aprovechando la oscuridad de la tormenta que azotaba la provincia de Arauco. Astete fue capturado sin oponer resistencia, un final cobarde para quien durante años lideró a sangre y fuego los ataques en la zona.
El criminal enfrentaba tres órdenes de detención: por un ataque incendiario en 2017, por asociación ilícita en 2022 —causa en la que ya estaba involucrada su pareja, Claudia Nahuelan— y por el ataque terrorista al histórico Molino Grollmus en 2022, donde las pruebas en su contra son abrumadoras.
Planificación, armas y violencia: el «modus operandi» de la RML
Según múltiples testimonios protegidos, Astete no solo lideraba, sino que organizaba personalmente los atentados. En agosto de 2022, reunió a unos 30 terroristas en una cancha de fútbol para repartir fusiles, pistolas, revólveres, escopetas e incluso una Uzi. Posteriormente, atacaron el Molino Grollmus, disparando al menos 444 veces contra el lugar, en un acto de terrorismo puro.
Este arsenal de guerra había sido utilizado en al menos 13 atentados anteriores. Los mismos métodos —uso de radios en lugar de celulares, chalecos antibalas y tácticas militares— revelan un nivel de planificación que nada tiene que ver con «reivindicaciones ancestrales» y todo que ver con una estructura criminal de inspiración marxista-leninista.
La red de financiamiento: crimen organizado y lavado de dinero
La captura de Astete también destapó parte de la red de corrupción y financiamiento ilegal de la RML. Durante operativos anteriores, fue detenido Javier Ramírez, alias «el Coipo», identificado como el financista del grupo. Ramírez facilitaba el blanqueo de madera robada para financiar los atentados.
Además, los nexos de esta mafia mapuche alcanzan a redes internacionales: la justicia investiga transferencias millonarias hacia bancos estadounidenses, operaciones similares a las usadas por oligarcas rusos aliados de Vladimir Putin.
La Araucanía exige justicia y paz
La detención de Astete no es casualidad: es fruto del trabajo silencioso y valiente de policías e investigadores que siguen luchando contra el terrorismo, a pesar de un Estado capturado en parte por ideologías que niegan la gravedad de los hechos.
Hoy más que nunca, Chile necesita políticas de tolerancia cero contra el terrorismo mapuche. La verdadera libertad y propiedad privada, pilares fundamentales de toda sociedad próspera como defiende la Escuela Austríaca de Economía, sólo se protegerán enfrentando sin ambigüedades a estos grupos armados.
Desde este medio libertario celebramos este avance, pero advertimos: la batalla por la libertad en La Araucanía recién comienza.