Patricio Navia: «El flojo con pega»

Patricio Navia: «El flojo con pega»

Uno de los columnistas favoritos de la socialdemocracia, Patricio Navia, vuelve a hacer gala de su habitual flojera intelectual, acomodándose en su zona de confort del centrismo conciliador para comparar a Johannes Kaiser con Gabriel Boric. Sí, en su última columna en El Líbero, intenta convencernos de que el candidato que desafía el estatismo y la burocracia asfixiante es, en esencia, lo mismo que el presidente que ha llevado a Chile a su peor crisis económica en décadas.

Navia, el pensador de la élite bien pensante—esa que solo se entera de la delincuencia y la crisis económica por la prensa o por lo que le cuenta su nana—traza un paralelismo absurdo. Dice que ambos son «rupturistas», «carismáticos» y con una «visión de cambio radical», pero su comparación no es más que una falacia de generalización apresurada, reduciendo a dos figuras completamente opuestas a meras coincidencias superficiales. Según su lógica, todo aquel que desafíe el status quo es idéntico, sin importar si su propósito es destruir el país o reconstruirlo.

Además, su comparación incurre en la falacia del punto medio, sugiriendo que cualquier posición política debe buscar el equilibrio entre extremos, aunque uno de ellos promueva el desmantelamiento de la democracia liberal y el otro busque restaurar la igualdad ante la ley y las libertades individuales. Así, según su razonamiento, lo ideal sería encontrar un punto intermedio entre quienes buscan suprimir los derechos fundamentales de los chilenos y quienes luchan por defenderlos.

Claro, para su flojera intelectual, combatir la delincuencia que aterroriza a miles de familias, defender la igualdad ante la ley, reducir impuestos y eliminar regulaciones que frenan el crecimiento del país son ideas tan «radicales» como la propuesta refundacional de la izquierda en la Convención. Lo importante no es la verdad, sino el acuerdo como dogma, aunque sea entre la libertad y la barbarie.

Por si fuera poco, Navia también recurre a la falacia del hombre de paja, minimizando las ideas de Kaiser como una simple reacción al fracaso de Boric, en lugar de reconocerlas como una respuesta estructurada a la crisis económica e institucional que atraviesa Chile. No hay análisis sobre la evidencia histórica que demuestra que las economías más libres prosperan mientras los experimentos socialistas terminan en miseria y represión. No, para Navia, todo se trata de una coincidencia de estilos, no de principios.

Pero si algo nos enseña su columna es que la flojera intelectual siempre encuentra refugio en las explicaciones más simples y convenientes. Si siguiéramos su lógica, podríamos buscarle equivalencias a todo: ¿Los que luchan contra la delincuencia son la imagen inversa de los delincuentes? ¿Los defensores de la vida son el reflejo opuesto de los promotores del infanticidio? Navia no argumenta, solo acomoda la realidad a su narrativa por medio de diferentes falacias argumentativas, porque para él la coherencia es irrelevante mientras pueda seguir vendiendo su eterna tibieza como virtud.

La realidad es que la candidatura de Kaiser incomoda a la vieja guardia, a los que buscan seguir administrando la decadencia en cuotas. Su ascenso no es un capricho ni un fenómeno mediático, sino la consecuencia natural del hartazgo de los chilenos con la debacle socialista. Y si Navia y sus colegas aún no lo entienden, no es por falta de información, sino porque prefieren refugiarse en la comodidad de la ignorancia voluntaria.

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